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la sobrealimentacion

Ámate y no te sobrealimentes

Hoy quiero hablar de algo muy importante en este post de ámate a ti mismo y no te sobrealimentes y es sobre el destrozo que llevamos a cabo cada día, introduciendo en nuestro cuerpo cantidades indecentes de cosas negativas, muchísimas cosas negativas, a veces incluso conscientes de que lo que estamos haciendo nos perjudica. Y yo me pregunto, ¿porque lo hacemos? ¿Eso es quererse a uno mismo?

Evidentemente, no.

Como he dicho muchas veces en mis programas, aprender a “amarse a uno mismo” es el principio del camino espiritual que nos conducirá a una vida mejor. Amarse es también saber cuidarse de lo que no nos conviene, saber apartarnos del mal, y eso también incluye el tomar consciencia y saber cuidar nuestra alimentación y entender que es lo que nos esta pasando.

La sobrealimentación es de persona insatisfecha, de personas que no se quieren a sí mismas. Todo lo pagamos comiendo desmesuradamente: estoy deprimida, me harto a comer; me he enfadado, vuelvo a comer; no me salen las cosas como quiero, como otra vez; como dice un refrán, “las penas con pan son buenas” y por esa creencia entre otras, vamos haciendo daño a nuestro cuerpo.

Yo yo me pregunto, ¿no sería mejor buscar vías para solucionar los problemas que nos agobian y buscar otras formas menos tóxicas de superar estados de ánimo negativos?

Buenos, pues parece que no nos preguntamos mucho todo ello porque al final, siempre vamos a lo saciante y no nos acordamos de que los años van sucediendo, de que el tiempo no se detiene y que la degeneración va creciendo día a día, dejando en nuestro cuerpo huella de todos esos excesos de albumina, de azúcar y otros que hemos cometido, restándonos vida y bienestar.

Comemos desmesuradamente, nuestra insatisfacción nos lleva a no cuidar de nosotros mismos y ello a su vez, a tener una vejez llena de problemas.

Y me pregunto, porqué no pensamos en la longevidad?

Es obvio que no reflexionamos en las cosas importantes para nosotros porque no hay amor hacía nosotros mismos. Tenemos que pensar en la longevidad, tenemos que pensar que los riñones tiene su capacidad y que no están para el consumo de alimentos que les damos. Tenemos que darnos cuenta que estamos saturando al cuerpo, que el páncreas no da abasto y que el hígado ya no puede más.

¿Os imagináis que vuestro jefe os obligará a hacer tres jornadas en un día? ¿Durante cuanto tiempo podríais soportarlo? Pues eso es lo que le estamos pidiendo a nuestro cuerpo, que trabaje tres veces más de lo normal.

Entonces, actuando así, ¿como queréis vivir muchos años?

La alimentación es fundamental para la longevidad pero nosotros no la tomamos en serio. Además, primero nos hinchamos a pasteles, dulces y otros excesos, por no hablar del alcohol. Reventamos nuestro cuerpo y lo explotamos durante años y luego vamos corriendo al médico y queremos que nos cure de la noche a la mañana, sin ningún esfuerzo por nuestra parte y como por arte de magia. Queremos tomar una pastilla y que todo este bien. Obviamente, tomar esta actitud trae consecuencias no gratas.

Es momento pues, de hacer una pausa y meditar. Apartar de vuestro tiempo un espacio para vosotras, para poner vuestras cosas en orden y con ello incluyo vuestros pensamientos y emociones. Meditad en las decisiones que tomáis, en lo acontecido durante cada día y pensad si os estáis queriendo de verdad o no. Luego empezad a dar pasos hacía mejor, empezar a amaros y cuidaros si queréis poder compartir lo mejor de vosotros mismos con los demás y tener una vida longeva. Además, amaros a vosotros mismos es algo fundamental para contactar con las ordenes angélicas.

Un abrazo muy grande a todos.

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